17 sept 2012

Mi Camino de Santiago. Etapa 1 (Bilbao - Noja)

MI CAMINO DE SANTIAGO EN BICICLETA: LA RUTA NORTE (Bilbao-Santiago de Compostela)

1 al 8 de septiembre de 2012

DÍA 1. Bilbao – Noja

Pues con un cosquilleo enorme en el estómago, me eché a la aventura a eso de las 8:10 de la mañana; aproveché que Álvaro tenía partido para madrugar, y se constató que salir temprano ayuda mucho. Espero hacerlo igual de aquí en adelante.

Camino de Zorroza (kilómetro 5), me invade un sobrecogimiento inusual. Creo que es cosa de verme ahí, de verdad, más allá de las bravuconadas que se sueltan entre amigos o a través del whatsapp. Yo y una bicicleta pesadísima, con una kilometrada por delante, sin saber dónde vas a comer ni a dormir (salvo el primer día). Entonces eres tú mismo, sin las agarraderas que te proporcionan la comodidad cotidiana.

También he de decir que recé a la partida, es una costumbre que tengo sólo en contadas ocasiones, como cuando consigo un reto importante o al inicio de un viaje largo en coche, para que la Providencia me proteja de los accidentes.

Las convicciones están ahí. Basta un momento de desazón para recuperarlas.


Inicio el recorrido por el formidable bidegorri que hay desde Baracaldo y que nos lleva hasta la misma playa de La Arena, en Somorrostro (Muskiz). A partir de ahí, ya era terreno desconocido y tendría que improvisar.

Pues me costó un rato descubrir por dónde había que tirar. Y eso que llevo una guía (aparentemente muy buena) así como el relato de un forero que hizo este Camino. Bueno, pues tras subir unas escaleras con la bici a un costado, por una rodera, uno desemboca en un precioso recorrido que discurre junto al mar, por un sitio que creo que se llama Pobeña. El paisaje invita a detenerse y eso es lo que hago, disparando la cámara tanto del móvil (para colgar tweets) como la pequeña Samsung que adquirí con motivo del viaje. Estoy empezando a comprender que la verdadera belleza del Camino, su esencia, está en vivirlo en cada ocasión en que encontremos algo o alguien que nos motive, algo nuevo que descubramos, y –cosa difícil para mí- en olvidarse de la hora de llegada.



Tan singular ruta desemboca en Ontón, y de ahí se recomienda ir hasta Castro Urdiales por carretera ya que el Camino se introduce hacia el interior por Otañes y son bastantes kilómetros más.

Como dificultad más relevante, aparece el alto de Saltacaballo (no quiero llamarle puerto, ya que tendrá apenas 1 kilómetro), con porcentajes del 10%, que me hicieron sudar la gota gorda y al mismo tiempo ver que podía arrastrar los 28 kilos de bici de los que iba tirando.

A la salida de Castro Urdiales, me empiezo a topar con montones de cicloturistas en bici de carretera. Claro, es sábado. Al principio, dos pelotones de 4 ciclistas cada uno, separados por 200 metros entre sí. En el primero, sexagenarios. Todos me saludan, y además vuelven la cabeza demostrando interés en ese espécimen que va en sentido contrario. En el segundo, lobos. De a dos, y de negro. Guardando los rebufos. No saludan. En general, la gente es amable y muestra simpatía cuando ven un “caminante” en bicicleta.

El Cérdigo vi un indicador del Camino que me desviaba hacia la derecha, y dudé porque había solamente dibujada una figura de un caminante, no había bicicletas en la señal. A pesar de eso, me aventuré tras la experiencia de Pobeña-Ontón y me dije que no podía salir demasiado mal, ya que Islares estaba ahí cerca. Pues fue una equivocación, ya que la ruta, en principio asfaltada, pronto dejó de estarlo. Tuve que abrir cuatro o cinco verjas y transitar andando un buen trecho por lo pedregoso que estaba. Ya sé qué señales no voy a volver a seguir…




Bueno, tras Islares y su impresionante bahía viene el alto del Pontarrón de Guriezo-Oriñón, que se me hizo larguillo y me convenció para parar en Liendo a comer en un sitio que ya conocía. Habían pasado 5 horas desde mi salida, y a pesar de las cuatro barritas energéticas que me había metido (más o menos una por hora ¡menudo presupuesto en barritas!) sentía que necesitaba algo más.

Así que, con tres cuartas partes de la etapa del día recorridas, me tomé media horita, una Coca-Cola y un señor bocadillo de lomo y queso.



La arrancada, algo difícil, normal, pero conocía lo que me faltaba y que tras subir el siguiente alto estaba, como quien dice, en Laredo.

No recordaba lo largo que era llegar a la zona de El Puntal, donde se coge el barquito que te cruza hasta Santoña. Pero es todo llano y se hace muy fácil.

Mientras esperaba, entablé conversación con una pareja de Madrid que había hecho el Camino desde Irún y lo dejaban al día siguiente en Santander. Sopesamos continuar juntos hasta Noja –los también finalizaban allí su etapa- pero su ruta difería algo de la mía y decidimos separarnos.

En Santoña, el Camino te lleva por un bidegorri perfectamente acondicionado y muy seguro, que tras acercarte a la playa de Berria y a los mismísimos muros del Penal de El Dueso, desemboca en Argoños. De aquí a Noja la ruta es sencilla, 12 kilómetros llanos cuya única dificultad son las cuestas de acceso al pueblo, si entras por Helgueras como yo hice. Conseguí mi primer sello en la credencial gracias al policía municipal que estaba de guardia en esos momentos.




FIN ETAPA 1

El día en cifras:

Kilómetros recorridos: 81,08
Tiempo empleado: 5 h 29’ 28” (sin contar paradas)
Tiempo total empleado: 7 h 17’
Velocidad media: 14,77 km/h






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