16 mar 2011

Sobre el comportamiento de los padres en el fútbol

Al hilo de lo que me sugería un amigo de leer el artículo de la pág. 72 de El Correo de hoy 16 de marzo, y desde mi propia experiencia como padre de futbolistas en edad escolar, permitidme una reflexión:

En primer lugar, es cierto que en demasiadas ocasiones los comportamientos de los padres, o de algunos padres, son desmedidos e inadecuados. Con frecuencia ofensivos para los árbitros, provocadores hacia los padres o seguidores del equipo rival, y en alguna ocasión hostil hacia todo lo que no casa con su particular, subjetivo e inicuo punto de vista. Lo he vivido y lo vivo una semana sí y dos o tres no, un porcentaje al menos preocupante. También es cierto que tendemos en este aspecto a ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio; es necesario hacer un ejercicio de introspección y darnos cuenta de que probablemente tengamos aquí un claro margen de mejora. Hemos de predicar con el ejemplo, nuestros hijos serán en parte como lo somos nosotros ahora.

Ahora bien, dicho esto quiero decir que defiendo sin ambages que mis hijos practiquen fútbol, por las siguientes razones:

- Desde la edad escolar muy temprana, porque se fomenta el compañerismo, el espíritu de sacrificio, se aprende a convivir con la derrota y se experimenta la (modesta) gloria, a su nivel pero que para ellos es enorme.

- También se pierde el miedo a desnudarse en público, por ejemplo. He conocido casos de extrema timidez, y de este modo se asume como natural el hecho de estar desnudo ante los demás, compartir unas instalaciones y gestionar un escaso tiempo que es de todos.

- Se acata la disciplina. Se han de aceptar unas normas. Si te equivocas deliberadamente, serás sancionado.

- Por supuesto, este ambiente te mantiene alejado de otros más perniciosos, y en unas edades generalmente proclives a ser influido por indeseables.

- La derrota. A veces pueden estar unas horas rumiando su decepción. Es preciso dejarles interiorizarla y ver cómo después, pasado un tiempo, recobran su manera de ser habitual, ocupándose de otros asuntos o buscando otros juegos o compañías o diversión. ¡Eso también es relativizar el fútbol!

- Posteriormente, se va madurando. A medida que crece el cuerpo y su fuerza ¡tremenda! también se aprende a luchar con más ahínco. Llega la competitividad ¿es que en la vida no la habrá? ¡Si es una selva! Pero, sin llegar a esos extremos, se ha de luchar por ganarse un puesto. Volvemos a lo mismo: sin esfuerzo no hay recompensa.

- El afán de prosperar y de labrarse un futuro dentro del fútbol es legítimo. Pero sin perder la convicción de que, a estas edades, es primordial no dejar los estudios.

- ¡Es un juego fabuloso! Al que le guste de verdad, nunca se cansará de verlo. En él no está todo inventado, pese a lo que se diga. Siempre habrá un duende que te embruje, un requiebro nuevo, un disparo como nunca hayas visto, una derrota al poderoso o una pizca de magia en este deporte sin par. Quiero reivindicar el fútbol. ¿Y por qué no?

Hasta ahora, salvo en alguna ocasión aislada, y a pesar de las batallas más o menos duras que hayan vivido en los terrenos de juego, con mayor o menor intensidad, importancia o injusticia, he visto a mis hijos, al finalizar su partido, dar la mano a los rivales y al árbitro, por lo que me he quedado satisfecho. Cuando no lo hacen, les pregunto por qué. Hasta ahora siempre me han dicho que ha sido el otro quien se la ha negado. Si descubro que son ellos quienes lo hacen, les reprenderé.

Está claro que los últimos tiempos nos empujan a todos a interiorizar que un futuro como futbolista supone la eliminación rápida y definitiva de los problemas económicos, en un mundo cada vez más condicionado por la tenencia de dinero. Es labor de todos no perder el norte, y transmitir a nuestros hijos que la felicidad no está ahí. O que puede que sí, pero que a lo mejor no. Ni la suya ni la nuestra, sobre todo si no alcanzan las expectativas que nos generan.

Por cierto, mientras escribo este artículo me han recomendado la lectura del de El Correo desde el club de fútbol de mi hijo mayor. Algo bueno dice en su favor entonces, ¿no creéis?

Por último, os paso (a ver si consigo que se vea) un estupendo vídeo que habla de ello. Que lo disfrutéis.



Seis Contra Seis por iurgic