15 mar 2013

Bilbao, estación de Abando


Bilbao, estación de Abando. Paso junto al andén y viejos poderosos recuerdos me vienen a la mente. La estación es punto de partida o de llegada, anclaje de sensaciones que nunca se han ido de la mente: la sensación de desarraigo, la sensación de soledad. La sensación de estar uno solo frente al mundo, y también la posibilidad de abrirse camino en la vida si uno toma uno de esos trenes de largo recorrido. 

Abando me da la impresión de que siempre estará ahí; uno vuelve de vez en cuando, y las sensaciones vuelven a aparecer. Fugaces o perennes, aromas que contaminan el espíritu o que evocan tiempos pasados de zozobra (ese éxodo incierto al servicio militar, esa autoafirmación de la propia identidad cuando, con diecisiete años, salí de casa buscando un eventual futuro académico y una cierta madurez). La estación, en fin, es metáfora de cuanto la vida tiene de punto de paso, de inicio y de llegada, de decisiones y de encuentros, de desencuentros también. Metáfora de la vida.