18 dic 2008

Entrenamiento

18 de diciembre. Por quincuagésimo segundo día consecutivo, llueve. Y lo hace a mares, con saña diría yo. En estas circunstancias, me hallo en la grada del campo de fútbol de El Fango. Apenas hay un espectador más, quince metros a mi izquierda, comiendo pipas. No sé qué es lo que le habrá traído a él por aquí; lo que a mí me trae es ver a Alvaro, sentirme cerca de él mientras observo sus evoluciones junto con las de sus compañeros de club. Nada importante, nada trascendente. Sólo una hora de evasión aquí arriba, apartado de todo lo demás, viviendo un paréntesis especial repetido cada martes y cada jueves. Me gusta venir y verles, me gusta sentirme partícipe en cierto modo de este pequeño submundo dentro de esta vida loca, cruel, trepidante.